
Uniendo arte y sostenibilidad: la estrategia de la Fundación Díaz-Caneja

Exploramos la intersección del arte y la sostenibilidad con el director de la Fundación Díaz-Caneja, Juan Guardiola. La conversación revela cómo la Fundación integra prácticas sostenibles en su operación diaria, influenciada por la rica tradición del arte ligada al paisaje rural que inspiró a Juan Manuel Díaz-Caneja. Además, descubrimos los detalles del innovador Plan de Sostenibilidad de la fundación, que no solo reduce la huella de carbono del museo, sino que también reinterpreta el legado artístico en términos de ecología y conservación. Desde la gestión de la luz y la energía hasta la colaboración con la comunidad científica y cultural, la entrevista nos sumerge en cómo la Fundación Díaz-Caneja se convierte en un modelo de sostenibilidad cultural.
¿Podrías contarnos sobre el origen y la evolución del Plan de Sostenibilidad en la Fundación Díaz-Caneja?
El origen se encuentra en mi experiencia profesional anterior a mi llegada a la Fundación Díaz-Caneja, dado que lleve la dirección del Centro de Arte y Naturaleza en Huesca, hecho que me formó sobre la relación entre arte y medioambiente. Cuando me incorporé al equipo de la FD-C decidí elaborar un Plan de Sostenibilidad integral que guiara nuestras operaciones y actividades culturales. Este plan detalla las acciones concretas que se están implementando para reducir nuestra huella de carbono, optimizar el consumo energético y promover prácticas responsables en todos los ámbitos. Desde la instalación de tecnologías limpias hasta la optimización de procesos internos, la fundación trabaja incansable para convertirse en un referente en sostenibilidad dentro del sector museístico. El objetivo es conseguir un museo limpio y que el contenido de nuestras actividades sea una respuesta cultural a la crisis ecológica.
¿Qué motivó a la Fundación a enfocarse en la sostenibilidad y cómo se alinea esto con la misión general del museo?
Nuestro enfoque en la sostenibilidad parte de la obra de Juan Manuel Díaz-Caneja, inspirada en el paisaje rural, como la base y el eje temático de las actividades del museo. La misión general es contextualizar el legado del artista desde una óptica contemporánea y reflexionar sobre su pintura atendiendo a cuestiones de ecología, naturaleza y sostenibilidad. La FD-C pretende vislumbrar cómo desde el arte, se pueden transformar los lugares y los paisajes, se puede poner en valor un patrimonio cultural y natural, y, sobre todo, se puede intervenir en la realidad de una manera política y poética. Del mismo modo, esta línea temática tiene también la intención de relacionar nuestras actividades con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (también conocidos como los ODS) que forman parte de la Agenda 2030, aprobada en la Cumbre para el Desarrollo Sostenible de la ONU en 2015, y cuyos fines principales son “poner fin a la pobreza, luchar contra la desigualdad y la injusticia, así como hacer frente al cambio climático”.
¿Cuáles son los elementos clave de su Plan de Sostenibilidad y qué acciones específicas han implementado para reducir la huella de carbono del museo?
Creo que nuestros elementos clave son unos nuevos “modos de hacer” que buscan otras maneras de trabajo más éticas con la naturaleza. En la producción de la colección permanente y en las exposiciones colectivas, tanto en las fases de diseño, producción, montaje-desmontaje y reutilización, hemos trabajado unas directrices o acciones específicas que buscan la disminución de la huella de carbono. Por ello, en la FD-C hemos implantado una museografía sostenible con el objetivo de reducir el impacto ecológico en la realización de nuestras actividades, tanto en los elementos expositivos, el control lumínico, el sistema climático o la comunicación. Igualmente, la FD-C realiza una labor de información sobre sostenibilidad y de involucración de sus proveedores en materia de transporte de obras de arte, carpintería de montaje, pintura de salas, instalación de equipos audiovisuales, comunicación de exposiciones y diseño de publicaciones para que incorporen criterios ambientales en la oferta de servicios a realizar a nuestra institución.
¿Qué significa para la Fundación Díaz-Caneja ser seleccionada para el Premio ICOM a la Práctica de Desarrollo Sostenible en Museos?
En primer lugar, la selección de nuestra candidatura al Premio ICOM (Consejo Internacional de Museos) a la Práctica de Desarrollo Sostenible en Museos es un reconocimiento a nuestro trabajo a favor del medioambiente. En segundo lugar, esta iniciativa pionera pretende destacar y celebrar las innovadoras iniciativas y prácticas ejemplares presentadas por los candidatos, lo que da a la FD-C una visibilidad en su contribución al desarrollo sostenible dentro del sector museístico. En realidad, nosotros no necesitamos ganar ya es una recompensa haber sido seleccionados.
Basándose en su experiencia, ¿qué consejo daría a otras instituciones culturales que quieren iniciar o mejorar sus prácticas de sostenibilidad?
Nuestro consejo sería que formaran parte de la GCC (Gallery Climate Coalition), una comunidad internacional de organizaciones artísticas que trabajan para reducir el impacto ambiental en el sector museístico. El objetivo principal de GCC es facilitar una reducción de las emisiones de CO2e de este sector en un mínimo del 50% para 2030, así como promover el desperdicio cero. Esta organización desarrolla y comparte las mejores prácticas para aprovechar el poder colectivo de sus socios miembros y lograr así cambios sistémicos. Como organización, sin ánimo de lucro, opera con herramientas y recursos que se proporcionan de forma gratuita, lo cual es un magnífico referente para las instituciones culturales que deseen iniciar o mejorar sus prácticas de sostenibilidad.
Mirando hacia el futuro, ¿qué nuevas iniciativas o proyectos tiene planeados la Fundación para continuar su compromiso con la sostenibilidad?
La FD-C, como la mayoría de los museos y centros de arte, se encuentra ubicado en un edificio construido sin tener en cuenta conceptos de sostenibilidad, por ello es necesario adaptar nuestra arquitectura para obtener una mayor eficiencia energética y apostar por las energías renovables. Por ello, una de las iniciativas que tenemos planeadas en la FD-C es reducir el gasto energético con un edificio sostenible. Por ello, se ha diseñado un proyecto de mejora energética para un edificio singular de 2.150 m² útiles y 6.900 m³ de volumen, con altos gastos en electricidad y gas debido a su funcionamiento continuo para preservar obras de arte. El proyecto propone reducir la demanda energética y optimizar las instalaciones usando energías renovables, como placas fotovoltaicas en su cubierta disponible.
¿Cómo colabora la Fundación con otras instituciones o comunidades para promover la sostenibilidad a nivel local e internacional?
La FD-C busca la colaboración de agentes externos al museo con el fin de cumplir con el ODS 17 (Alianzas para lograr los objetivos) que busca implementar acuerdos con otras organizaciones culturales o medioambientales. Desde 2007 formamos parte de la Red de Museos y Colecciones Museográficas de Castilla y León, y en 2013 se creó su Asociación de Amigos. Participamos en redes de museos comunitarios y nacionales para el intercambio de actividades y colaboramos en proyectos de educación, sostenibilidad e investigación como el UVaMusEA de la Universidad de Valladolid. También, trabajamos en el entorno con ONGs locales como Ecologistas en Acción; organizaciones como el Aula de Medio Ambiente de Palencia o el Proyecto LIFE Wetlands4Climate; y asociaciones independientes como Plataforma por los Derechos de las Mujeres, el colectivo Chiguitxs LGTBQ+, ASSUR Laboratorio Cultural o ARPI (Asociación para la Recuperación del Patrimonio Industrial). Por último, colaboramos con otras organizaciones nacionales e internacionales como el Gallery Climate Coalition, ICOM, ISLA, CUBO VERDE, Cultura y ciudadanía del Ministerio de Cultura o la Recicladora Cultural que también conoces.
¿Hay algún proyecto o museo que haya inspirado a la Fundación Díaz-Caneja en su viaje hacia la sostenibilidad?
Dentro el ámbito de los museos en nuestro país hay mucho trabajo que hacer, dado que apenas hay un puñado de museos de arte que hayan implantado un Plan de Sostenibilidad o lo mencionen siquiera en su web. Es difícil tener una visión general a este respecto y poder discernir igualmente entre una política de medioambiente o un lavado de imagen. De todos ellos, el Museo Thyssen de Madrid es el que más nos ha inspirado en la elaboración de nuestro plan, aunque como todo gran museo tiene alguna que otra contradicción (la FD-C también las tiene), es decir, ¿es posible mantener el tipo de grandes exposiciones que caracterizan a los grandes museos con un programa de sostenibilidad? Recordemos que este tipo de exposiciones conllevan muchos movimientos de transporte de obras y públicos, lo cual incide negativamente en la reducción de la huella de carbono.
¿Qué mensaje le gustaría enviar a la comunidad sobre la importancia de la sostenibilidad en el sector cultural?
Ante esta cuestión, cabría preguntamos ¿qué papel desempeña la cultura en esta crisis medioambiental? o ¿cómo puede el arte (y los gestores culturales) luchar contra el cambio climático? Tomando como referencia el concepto de “humanidades ambientales”, referido a los estudios y propuestas que relacionan la esfera cultural con la crisis ambiental, deseo señalar algunos posibles puntos de contacto entre la ciencia y el arte. Ambas son formas de conocimiento, y si bien la primera nos aporta diagnósticos fiables, la cultura, y en concreto el arte, nos permite movilizar los procesos simbólicos, emocionales y creativos que ayudan a sensibilizar a la ciudadanía sobre la necesidad de cambiar nuestros hábitos de vida. El uso de la estética como estrategia de visibilización y empatía señala a la cultura como un vector de transformación hacia una sociedad sostenible. No debemos olvidar que la transición ecológica es alimentaria, energética y de hábitos de vida, pero también es cultural.